El Inismo en Argentina, continúa siendo un movimiento reservado a lo que puede llamarse una élite*. Incluso es ésto un propósito de sus integrantes, quienes desconfían de las campañas masivas. Si bien las puertas para el ingreso están abiertas, con el solo requisito de cierta calidad estética en la obra, los artistas comunes suelen permanecer distraídos por innumerables factores de perturbación, que les impiden el vislumbre de un camino verdaderamente novedoso y unificador.
El grupo argentino ha crecido entre los siguientes parámetros**:
1) Es holístico. Subyace en la elaboración creativa de sus artistas la conciencia de formar parte de un todo, razón por la cual, cada poema elaborado por el Inismo argentino aspira a ser una pauta codificada del palpitar del Universo; del mismo modo, cada una de las sílabas de ese poema — o cada pincelada de un cuadro, o la secuencia particular de un video — conforma una síntesis, que, sometida a un proceso de meditación — o decodificación — nos dará el sentido final de su conjunto.
2) Es integrador. Partiendo de la concepción holística, se considera a la materia perceptible con los sentidos como fragmento parcial de la realidad, cuyas nociones de distancia, tiempo, volumen, etc, constituyen la apariencia de un todo, integrado por lazos extendidos a lo largo y lo ancho del planeta, a los cuales sólo es posible llegar a conocer a través de un aplicado ejercicio de la conciencia. El Inismo argentino se propone recuperar la percepción de algunos de sus pueblos primitivos, que a través de sus prácticas y su arte demostraron haber poseído una concepción totalizadora de la realidad.
3) Es horizontal y libre. El Inismo constituye una puesta en común de cierto número de voluntades individuales, sin coerciones ni autoridades. En el plano formal, existe independencia de elegir, ya que en nuestro camino hemos decidido prestar mayor atención a la profundidad que a la originalidad. Por ello es, quizá, que ante ciertos ojos educados en la preceptiva clásica, las obras del Inismo argentino pueden aparecer como encasillables dentro de ciertas corrientes anteriores — y tal vez lo sean —. Mas el sentido de este Nuevo Arte no es convertirse en producto apetecible para los inversionistas en moda, sino plantar mojones de intelección de la Nueva Etapa Universal, donde se está introduciendo sutilmente la Humanidad; cuestión en la que por otra parte — y como ha sucedido siempre en todo período de transformaciones profundas en los conceptos — está acompañado por los avances de las matemáticas, la astronomía, la psiquiatría, la genética, la filosofía y la informática.
Tomando de esta manera su tarea, cada miembro del Inismo realiza con paciencia y equilibrio su arte, teje sin premuras su telaraña, que es personal y colectiva, al mismo tiempo, cultiva sus relaciones personificadas y formales, con el mundo y su entorno, y se siente comunicado — aunque esté por momentos solo en apariencia — con el latir del Universo.
Julio Carreras (h)
Santiago del Estero, junio de 1991